domingo, 12 de diciembre de 2010

CUMPLIENDO CONDENA

Mis queridos lectores, comenzamos esta andadura con una entrada trágica: NUESTRA CONDENA. Si, mi amiga y yo estamos cumpliendo condena.

Todo se remonta a este verano pasado. Comenzó una tarde de esas de solito de las que apetece lo de siempre.
En un primer momento nos sentimos arrepentidos, pero ya sabes esa sensación de liberación de endorfinas, la euforia que recorre todo tu cuerpo, que te endurece el vello y hace que estires todos tus músculos cuando acabas de cometer un crimen....¡ay! es tan bonita que no pudimos parar.
Comenzamos una oleada de homicidios que nos duró todo el verano y parte del otoño.

Pero como cualquier crimen nunca existe el asesinato perfecto.
Hace unas semanas, tranquilamente hablando de nuestras cosas mientras desatábamos lujuriosos otro de nuestros innumerables homicidios fuimos sorprendidos en plena actuación por quien pensábamos habriamos podido engañar hasta el fin de los dias: ¡la patrulla de la salud!. Corriendo armados hasta los dientes, nos acordonaron en medio de nuestra mesa de operaciones con nuestro cadaver aún a medio destruir, una sombra que ni nos atrevimos a mirar por vergüenza sacó un papel en que se nos acusaba de los siguientes delitos:
Violación de género mórbido a varios pollos al ajillo
Malversación de fondos sidreros de la comunidad
Homicidio en primer grado de chipirones al ajillo
Intento de secuestro de una morcilla matachana
Prevaricación
Cohecho.

De inmediato fuimos trasladados a las dependencias de la comisaría de la salud, donde abatidos y desgarrados nos confesamos autores de los delitos imputados.

Tras un juicio social fuimos declarados culpables, y como somos de clase media-baja no fuimos mandados a una institución apararente como la Buchinguer para grandes criminales como la Campanario o Carmen Sevilla, nuestro castigo se daría en unas instalaciones del servicio militar mas conocidas como el gimnasio.

Nuestra entrada fue como la de cualquier culpable, sabes que vas a lo que vas, que vas a sufrir, que debes cumplir condena para volver a reintegrarte a la sociedad. Los carceleros te miran como carne fresca, tus compañeros te miran de soslayo culpándote aún más de aquello de lo que ellos también fueron culpables algún día.

El primer contacto fue terrible, con el látigo de siete colas el Sargento Iron nos mutiló, estiró, flexionó y volvió a estirar provocando sudores, lágrimas y bajones de tensión. Me juré a mi mismo que me fugaría de ese infierno, prefería vivir escondido a caer en las temibles manos de esa jerarquía autoritaria.
Los dias fueron pasando, "a todo te acostumbras" le dije a mi amiga quien rápidamente se hizo con el mando del cuartel. Los gritos del sargento Iron se tradujeron en palabras de aliento, el maltrato del Comandante Hunk se convirtió en un apoyo, y mis deseos de huir se transformaron en deseos de reformarme "yo puedo!algún día saldré de aqui reformado!!, lo juro!!"

Hoy, tiempo después, mi amiga y yo somos unas personas completamente distintas, arrepentidos de todos nuestros crímenes del pasado estamos encauzando una nueva vida basada en la salud. El sargento nos ha adelantado que le han llegado rumores del ministerio que si nuestro comportamiento sigue siendo así nos concederán la condicional el próximo verano para que podamos partir nueces con el culo.

Ahora solo tengo una conclusión, quiero pedir perdón a todas esas fritangas que me he comido, a todas esas sidras que me he bebido. Desde lo más profundo de mi corazón me siento arrepentido y juro que haré todo lo posible por reponer el daño causado a estas familias con pescados y pechugas de pavo a la plancha así como galletas saciantes de arroz integral y haciendo cinco comidas al día.

                                                                                                                                                   Hellboy_k